Viajar es de lo más pedagógico que he visto en la vida, un aprendizaje sin fin, de todo pero especialmente de uno mismo, de nuestros miedos, deseos, anhelos...
Asomo por aquí, en el Ecuador. Hasta ahora nuestro viaje ha estado marcado por la ascensión a Volcanes. Para llegar a la cota máxima (Cotopaxi 5895m), hemos pasado por disfrutar y aclimatar en tres cuatromiles Cruz Loma, Pasochoa y Guagua Pichincha, y un cincomil: el Illiniza norte, con sus correspondientes dormidas en altura y dolores de cabeza por el soroche (mal de altura). Os contaré que el Cotopaxi es, sin duda, la montaña más intensa, dura, bella y emotiva que he subido en mi vida. El jueves 14 de julio, después de dormir a 4800m, salimos a las dos de la mañana a cumbre; frio, miedo y silencio, notando el esfuerzo que supone caminar por encima de 5000 metros, viendo las enormes grietas con la tenue luz del frontal y contemplando, tras 6 horas de ascensión, uno de los amaneceres mas lindos que recuerdo. Todo lleno de volcanes e inmensidad de nubes que nos acariciaron. La cumbre increíble, Juanma y Alberto presentes con gran intensidad, que unía el dolor y el estar un poco más cerca de ellos. La dureza de la ascensión, la inseguridad, el cansancio, el dolor de cabeza te hace renegar de todo, decir que quién te manda. Sólo hay que esperar 10 horas para decir de nuevo que deseas tener una sensación parecida. Volveremos a los andes, sin duda.
Quico Arribas
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